La
cifra de muertos aún no es clara: 50, 60 o más. Pero el número de víctimas es
de millones, alcanza a todos los que vivimos en este país y no entendemos cómo
un grupo de sicarios puede acabar así, a sangre fría, con tantas vidas,
incluyendo a muchos que ni siquiera afectan sus negocios o intereses. Civiles,
casuales, padres, madres e inocentes.
Ayer,
el drama tocó en Monterrey, en el Casino Royale, con tantos muertos que se hace
difícil contarlos, pero antes fueron los balazos afuera del estadio en Torreón,
que causaron pánico y estuvieron cerca de generar una catástrofe; o el
asesinato de Ignacio Flores, una de las glorias de nuestro balompié. Nadie es
ajeno, nadie se puede alejar de este dolor.
Este
espacio que está dedicado a cuestiones de índole financiera, contable y fiscal, hoy se ve
rebasado por una cruel, violenta y angustiante realidad. Nadie, ni en el
deporte ni en el espectáculo ni en otra actividad en el país, está exento del
momento de asombro y pánico.
Las
granadas, las balas, el fuego y el miedo no van a terminar con este país. Del
repudio se puede pasar a la solidaridad. De la crítica, a la acción; del miedo,
a recuperar lo que es nuestro.
Hoy,
México amanece de luto, por Monterrey, pero también puede comenzar su verdadero
despertar. Que así sea.
EXTRACTO
DE ARTICULO PUBLICADO POR EL DIARIO RECORD
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